lee y difunde la palabra de los pueblos en lucha

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Guerrillas Comunicacionales, Milicias Populares, una maravilla…pero ya va

(A propósito de la de diferencia entre victoria hegemónica y victoria política)

Acaban de inaugurarse formalmente tanto las milicias populares o “bolivarianas” al tiempo que se le dio vida a algo que acaban de llamar “guerrillas comunicacionales”. La primera de ellas en un acto majestuoso e la Avenida Bolívar donde se invitó a hablar a una bella muchacha de la UNEFA, dándose un discurso guerrero y soberanista que le sacaba las lágrimas a cualquiera. Las “guerrillas”, más modestas, más “caraqueñas” aparecen en un acto presidido por Jaquelin Farías pero donde las caras adjuntas de algunos compañeros y compañeras de vieja data en la pelea por la comunicación libre y alternativa daba la sensación de esperanza y de victoria. Dos figuras que de inmediato han sido objeto de un terrible odio acusador por parte de los periódicos y pantallas oligárquicas: como debe ser.

sábado, 4 de septiembre de 2010

el movimiento popular y las elecciones del 26 de septiembre

Queridos compañeros, hacemos algunas preguntas y reflexiones respetuosas a la luz de el planteamiento: "queremos diputados como Fabricio Ojeda".

Este plantamiento lo escuchamos en el seno de algunas organizaciones populares, con miras a impulsar una posición en la internas del PSUV, habida cuenta de que aún muchos militantes revolucionarios estan en sus organizaciones de base y están en inscritos en el PSUV, no sabemos aquien se le ocurrió pero su solo enunciado denuncia al menos discretamente la calidad de la representación chavista en la Asamblea nacional actual


jueves, 15 de octubre de 2009

Táctica y estrategia del etnocidio “revolucionario bolivariano”: Demarcación sin territorio, criminalización y muerte a los luchadores indígenas.

José Quintero Weir

Lucha:
Decía el Viejo Antonio que, la lucha es como un círculo.
Se puede empezar en cualquier en cualquier punto,
pero nunca termina.

Subcomandante Marcos.


El pasado 12 de octubre se consumó lo que, desde hace tiempo denunciamos como parte de la estrategia etnofágica y etnocida del actual Estado-gobierno venezolano: el cuerpo ministerial de Chávez vino a entregar supuestos títulos a tres comunidades indígenas yukpa en la Sierra de Perijá, pretendiendo con ello, dar por saldado el proceso de demarcación de los hábitats correspondientes a este pueblo. Llama la atención la no presencia del Presidente Chávez en un acto esperado en la Sierra desde el año 2002, fecha en la que según disposición constitucional el Estado ha debido culminar el proceso de demarcación de todos los espacios territoriales indígenas del país; en su defecto, un enorme piquete de soldados cubrió el espacio del evento, supuestamente, para brindar seguridad a los Ministros (Interior y Justicia; Ambiente; de Pueblos Indígenas; entre otros funcionarios presentes), y que al menor asomo de protesta de las comunidades no favorecidas se activó de inmediato para aplacar sus abiertos reclamos. Se trató, en fin, de la acción a través de la cual los yukpa debían obligadamente aceptar la entrega de NADA.


sábado, 5 de septiembre de 2009

Los militantes: una raza especial que quieren extinguir

Roland Denis

Figura curiosa y muy presente en nuestro mundo la de un “militante revolucionario”.
Ahora, alguien se ha preguntado ¿por qué hay “militantes revolucionarios”?, ¿cómo se
forjó esta raza de gentes?, ¿de dónde salen estas personas que parecen religiosos que
cambiaron la sotana por un blue jean y el silencio místico por el grito del manifestante?
Para algunos es un ser raro, para otros lo más común. Para unos un estúpido, una lacra a evitar, para otros un ídolo y un ejemplo. Para el que lo es, pues es su vida y nada más, algunos pretenden medallas, otros viven su militancia con mucha mayor paz sin otra búsqueda que la de su propia realización humana. Lo que sí es muy seguro es que son o somos muy pocos los que nos preguntamos ¿Dé dónde salió y para dónde va este ser tanparticular?
Pero empecemos por poner las cosas en orden. Los o las militantes son seres atados a
una cotidianidad muy especial. Siempre una reunión aquí y allá, un día en la mañana,
otro día en la tarde, muy comúnmente en la noche. Pendiente que se tiene un contacto
importante a hacer con alguien, una movilización en perspectiva, temprano recibe una
llamada por teléfono y es convocado a una asamblea. Al rato recuerda un libro o al
menos un documento por leer, otro por escribir, o una pancarta, o un mural, o un reparto de periódico, cuando menos unos volantes, por hacer. Otro telefonazo una noticia buena, otra común y otra mala.
Hay por lo general un viaje por hacer o se viaja comunicándose por los correos y
páginas de Internet. Ve la agenda y se recuerda de la reunión urgente para planificar
otro foro, otra asamblea, otra movilización, otro taller, una reunión nacional, otra
local…y siempre o casi siempre se atravesará la vida necesaria del trabajo, las
responsabilidades de familia. O no, muchas veces pelando y desempleado, abandonado
sin mujer u hombre, sin familia que lo o la quiera. Sucumbiendo fácilmente a un café o al laxo mundo de los alcoholes para hablar de política, establecer las diferencias y la crítica a cercanos y lejanos, amigos y enemigos, hacer diagnósticos relajados y prever nuevas estrategias y alianzas. Si es clandestino todo esto discurrirá entre el silencio y el escondite, si hay la suerte o la decisión de no tener que serlo pues será muy evidente.
Descubriéndose, enmascarándose, expresivo o invisible, en la tierra propia o forzado a estar lejos de ella, casi siempre habrá un deseo y un amor atravesado…y vuelve la
mañana, aunque no siempre, porque pasa también que el juego de la vida y la muerte ya
no le dio más mañana.
Con todos sus matices, así transcurre la vida del militante en la Venezuela y el planeta que conocemos. A veces sometido a la marginalidad de no ser más que una ultraminoría dentro del zoológico social y el circo de las ideas políticas dominantes, a veces en el climax del reconocimiento y el poder en cualquier forma. Su aventura es como salir del primer escenario y entrar al otro, realizando los ideales nunca traicionándolos. Puede ser entonces una militancia con las puertas abiertas, o una militancia que no ve luz entre puertas y ventanas, marginado, seguido o perseguido.
Pero pasa muchas veces que la militancia se tuerce, desesperada y desesperanzada
porque el mundo no cambia, las solidaridades no funcionan, se ritualizan las rebeldías,los cambios toman las formas de un nuevo monstruo institucionalizado, se desmoronan sueños; en medio de estos ciclos tan comunes al mundo se probará cada quien hasta donde llega y hasta donde no.
Si de verdad se tuercen las alternativas de la moderación política o el abandono de los que serán acusados como viejos y absurdos sueños, será la manera de mitigar la
vergüenza. Acotemos también que por todo militante también sonará el zumbido
permanente del mal, las ansias de poder y riqueza que no respetan principios, convertir la fuerza humana que le rodea en un escalón de poder personal, privilegios y sometimientos, demagogia, narcisismo y mentira. Nueva prueba, una y otra vez para
este curioso ser; ángeles y diablos libran su combate dentro de él; a cada quien le tocará elegir su camino.
El militante vive y es un inmenso monumento ético encarnado, forjado en su
compromiso de lucha por el bien común y la liberación de la vida ante toda forma de
sometimiento. Uno y otro militante, decidirá en algún momento dedicar toda, parte o
gran parte de su vida a ese combate donde ya no caben intereses, el único interés es el interés de la humanidad entera, así su partida no sea más que un grito de rebeldía contra los tantos sometimientos que lo rodean en su mundo particular, su vida, su patria.
Por ello mismo será un ser acompañado permanentemente por una marea de palabras,
teorías y opiniones derivadas de una cantidad de otras bocas y cabezas, y serán estas
palabras lo que le den el toque decisivo del rumbo a tomar, la decisión a defender, la voluntad colectiva en la cual participar. Discursos que por lo general se recogen de afuera, de un entorno, una situación, una organización, un guía, un líder, para luego convertirse en agenda de acción. Sólo si es muy afortunado se tendrá la dicha de moldear estas palabras decisivas con criterios finales forjados dentro del alma ya
socializada que creció dentro de él o de ella.
Pero, ¿será posible que esta raza humana nacida de la política y el deseo indestructible de manejar nuestro destino, termine por desaparecer?. La militancia o el militante revolucionario nació en los rincones de los campos y las fábricas por allá en el siglo XIX, pero llegó a consolidarse como un ser más de este mundo una vez que se formaron esas raras invenciones llamadas partidos obreros, sindicatos de lucha, movimientos sociales, independentistas, socialistas, comunistas o libertarios a lo largo del siglo XX.
Fue desde esas organizaciones que todo lo querían cambiar combatidas por los
capitalistas y políticos que todo lo querían conservar, donde consolidó su presencia y se multiplicó por el mundo.
Nació con las revoluciones democráticas y proletarias, junto al advenimiento de la
política como asunto fundamental a la vida social. Pero serán quizás las antiguas
milicias y guerrillas populares tantas veces formadas contra tanta forma de esclavitud que ha habido en la historia, el antecedente inmediato de esta raza. De allí que la palabra “militante” tendrá siempre su raíz asociada al nombre del “miliciano” y su lenguaje como su acción estarán estructurados en códigos guerreros; la guerra a muerte contra la opresión y el opresor.
Agreguemos que para hacer posible su nacimiento, al menos en el mundo occidental,
hará falta el decaimiento de la mística religiosa, de la vida atada al ritual religioso y la esperanza de un cielo bendito y placentero vendido por esta; a su vez reemplazado por una nueva mística guiada por la esperanza de lograr la felicidad colectiva en este mismo mundo. Una nueva ética –o una nueva religión como dirá Mariátegui- conducida por la pasión a lo inmortal del ser humano que es su posibilidad de libertad y su capacidad de creación, nació y se encarnó en el siglo pasado en la figura del militante.
Sin embargo, la militancia también tiene su historia. No es lo mismo un militante obrero de principios del siglo XX, un militante de cualquier partido comunista veinte años después, un militante de las luchas de liberación contra el colonialismo en África y Asia, un militante de los movimientos juveniles de la rebelión de los sesenta, un militante de los ejércitos guerrilleros de la América de los sesenta, los setenta, los ochenta, de la Colombia de hoy, o un militante del movimiento antiglobal de hoy, de los movimiento sociales nuestramericanos, de la resistencia Irakí, de la resistencia en Chiapas o en Oaxaca o de la Venezuela bolivariana.
No es tampoco lo mismo un militante que cargue en su memoria y piel todo un
acumulado de años y hasta décadas de militancia, trayendo consigo toda la
metamorfosis del “modo de ser militante” donde tanto han cambiado las formas de
lucha, las formas de organización, los lenguajes y las verdades que se defienden, a un joven que hoy apenas comienza a sentir por dentro como se le van metiendo ese fuego ¿maldito,bentito? del ser militante asumiendo los primeros y respectivos compromisos.
Los partidos, su razón de ser, sus formatos orgánicos, sus teorías, sus prácticas, decaen rodeados de incredulidad. Ya nadie quiere sentirse “representado” por otro, eso ya no funciona, se sabe que es una terrible trampa burguesa que le costó el fracaso a un siglo entero de revoluciones. A la par, surge uno tras otro movimiento queriendo reemplazar en la forma de grandes conjuntos abiertos y horizontales, el viejo caparazón de los partidos de cualquier signo y época…vivirá o podrá reproducirse si no cae en la trampa de creerse representativo de nada sino de su propia voluntad, su lucha, su creación.
Su lucha ya no es por el poder constituido, es por la liberación frente a esos viejos
poderes que conocemos, es una verdadera lucha política contra los poderes dominados
enteramente por el capital y la economía. Por tanto, ya no se cree en el estado, ni en la burocracia aunque se necesite y en el fondo a muchos les siga gustando.
Los libros que antes daban la verdad última de toda revolución y todo acto militante,
también envejecen impotentes ante un mundo que se conserva más allá de las verdades
inapelables expuestas por ellos. Esa vieja militancia bíblica y librezca, o al menos
panfletaria y programática, ahora es reemplazada por la lucha de cada quien por lo suyo, obligada por ello mismo a moverse en un gran dilema ¿para qué y por quién lucho?, ¿por mí, por mi clase, por mi patria, por la humanidad entera?
Ese es dilema de una militancia que, finalizando el siglo anterior y comenzado este
siglo, se ha transformado en una profunda crisis de la propia condición militante. La
metamorfosis de los tiempos obligan al militante a rendirse; las voces del ocaso le dicen ya no hay nada que hacer, los fuertes han vencido, cuando mucho redúcete a ti mismo y a tus propios y quizás nobles intereses, lo otro es una locura inútil. Dilema
perfectamente entendido por burgueses y burócratas que muy temprano se percataron
que en medio de ese dilema hay “una militancia comprable” y hasta “mercantilizable”.
Es decir, se puede comprar a un militante sin obligarlo en apariencia a que abandone su juramento ético y de vida, su cotidianidad “militante”. Se le compra por medio de
prebendas, de subsidios, de becas; todo un universo de contratos que gira alrededor de los mercados financieros de las Ong’s, redes religiosas, Banco Mundial, Interamericano, instituciones sociales, etc., para que desahogue sus ansias de justicia.
Eso sí: “te quedas en lo tuyo, en tu tristeza por los pobres, los hambrientos, los
enfermos, los explotados, los torturados”, si eres o has sido parte de ellos, mucho mejor; mucho mejor que seas negro, indígena, multicultural, esto me encanta porque además me legitima”. Lo único inaceptable es que se diga NO, que se reafirme que “lucharé todo lo que sea por aquello que me duele a mí y a los míos, por cualquier causa de justicia con la cual me identifique, pero nada hago si esa lucha no la trasformo en una lucha por toda la humanidad, en una lucha contra todo lo que nos explota y domina, en una lucha por la igualdad de todos los seres humanos, en una lucha de todos y por todos los parias de la tierra”. Ese militante ya no es comprable, ese es un terrorista.
En Venezuela ese mismo dilema se reproduce por igual pero de manera muy especial.
La diferencia es que aquí “los y las militantes” han tomado fuerza, su lucha ha sido
exitosa, han ganado espacio y poder, pero eso no quiere decir que se haya triunfado.
Muy lejos de ello, aún le queda un largo espacio a este mercado financiero de la
mercadería militante para neutralizar las energías del que busca emanciparse y que ellas mismas jueguen a favor de su enemigo. Y hay algo que favorece todavía más al
mercader. Aquí no hace falta acudir a los mercados internacionales, el propio mercado
nacional manejado por la burocracia, utilizando los abundantes billetes del estado, podrá jugar ese papel.
El único problema de este mercado es que no puede equivocarse, tiene que ser muy
sutil, su lenguaje tiene que confundirse con el de los parias militantes, tiene que hablaren sus mismos códigos, en muchos casos hasta tiene que mimetizarse con sus luchas y su voluntad de poder. Es una burocracia en perfecto conocimiento que su poder depende exclusivamente del apoyo de esa extensa militancia que ha producido la revolución bolivariana. Y mientras no llegue a un acuerdo firme con los imperialistas del norte y los burgueses nacionales, no tendrá salida. Le toca ser entonces una espacie de “Banco Mundial de izquierda” a escala nacional y sumamente benévolo. Y reconocemos que en este aspecto no lo ha hecho mal.
Mucho más, cuando es consciente de su fragilidad dentro de la situación histórica que
vivimos y le da espacio de poder a esa misma militancia poniéndola junto a sí misma.
Aunque últimamente se nota que esto es lo que más le cuesta, una y otra vez vemos
como salen expulsados, acusados y humillados los mejores camaradas de los cenáculos
dirigentes. Cuando mucho y a unos pocos, ahora los prefieren de “asesores”. Error
estúpido que cometen. En todo caso, las consecuencias están claras, ha nacido en
Venezuela una militancia de foros, marchas, declaraciones y espectáculos, reducida a
sentirse parte de una revolución donde nada de importante decide, obligada a callar
(“tácticamente”, dicen) las verdades más duras y que no gustan a los poderes decisivos.
Verdades que a veces dicen “señor esto es un engaño”… ¡¿Cómo?, ¿Qué ha dicho
usted?!…silencio…El PSUV desgraciadamente será un monumental lugar de control y
reajuntamiento permanente de dicha militancia oscurecida, neutralizando a su vez otro
conjunto mayor, mucho mayor, mucho más ingenuo y sin lugar entre los pasillos
palaciegos.
Pero bueno, sea lo que sea, aquí o en cualquier parte del planeta, la militancia al
desmoronarse sueños gigantescos, al sentirse traicionada por pensadores, dirigentes y
organizaciones que juraron abnegación a las luchas de los pueblos, al ver como crece
sin detenimiento el monstruo imperial y neoliberal, vive un dilema durísimo pero a la
vez fabuloso.
Si esta raza no quiere morir, se niega a no dejar morir la pasión libertaria que la mueve, siente que quizás hoy mas que nunca tiene todo sentido conservar y reproducir la naturaleza tan ética como política, tan mística como científica, tan pacífica como
guerrera, de la que se nutre esta raza, entonces tendrá que aprender a renacer.
Pero cuidado, consciente de que ahora sí que le toca decidir por sí misma y hacerse a sí misma, ya no hay nadie que la guíe y la represente. A todo riesgo, le toca tomar sus decisiones y generar los procesos y sucesos que nos den la prueba de posibilidad de la derrota del opresor. Le toca hacerse de su propia ciencia para fortalecer principios, construir caminos y pegar duro.
La política se ha convertido en una ciencia militante, es decir, en una ciencia del pueblo y exclusivamente de él. El resto de los poderes constituidos ya no hacen política, simplemente administran los flujos humanos y de capital. También toca “liberar la política” de toda la basura que quedó de los sueños derrotados y abrirla hacia esferas de la vida nunca pensadas. Si todo se ha hecho capital, si a todo convierten en mercancía, pues la pelea habrá que darla en todos lados, en todos los espacios, oficios y haceres del hombre.
Maravilloso momento entonces para que esta raza se recomponga y renazca desde
hechos insólitos, tan divinos y creadores como la bandera libertaria que esta en toda su historia, por la que tantos dieron su vida y tantos pueblos gozaron al menos un momento de profunda felicidad.

sábado, 2 de mayo de 2009

Notas de un taller de comunicación popular

Seguimos aprendiendo, revisado al calor fraternal de Charallave y de la victoria comunicacional del pueblo salvadoreño.

“Una época de cambios se caracteriza por la alta conductividad de las ideas” León Trotsky

En la sociedad humana actual la celeridad en el intercambio de información a adquirido una velocidad de desarrollo sin precedentes, a tal punto que el 90 por ciento de lo que una niña o un niño de 16 años sabe, sucedió, surgió, se inventó o fue informado después de su nacimiento. Esta indomable celeridad en la transmisión y asimilación de mensajes impacta como nunca el tipo de relaciones que establecemos entre nosotros, o que se nos imponen como relación de dominio.

Las consecuencias de esta carrera informacional e ideológica bajo el control de los mass media del capital trasnacional y del imperio, es la fragmentación del saber, la subordinación de la conciencia, el individualismo como valor dominante y la extinción de la memoria colectiva.

La lucha por un cambio social a favor de las mayorías, la militancia por la dignidad y la justicia, el esfuerzo por lograr la asimilación y reasimilación conciente de los formidables patrimonios de la memoria, la lucha por la defensa ambiental de nuestro entorno, las luchas de resistencia, las dinámicas alternativas de vida a la globalización neoliberal y todas las experiencias humanas que cuestionan al capitalismo o proponen salidas alternativas, deben ser actores concientes de este proceso, deben generar respuestas y dinámicas comunicacionales a favor de la causa humana, porque ahora como nunca la comunicación es el campo de confrontación mas importante, los demás campos de batalla son una mera consecuencia de resolución establecida por quienes lograr controlar las relaciones o quienes logramos resistir desde ellas, y estas se generan y establecen en forma privilegiada desde el campo comunicacional e informativo.

La trampa “comunitaria”
Parece una respuesta obvia estando en la Venezuela petrolera y teniendo la posibilidad actual de morder un fisco de la renta petrolera, fortalecer con la inyección de recursos al llamado sector de la comunicación “comunitaria” en el que hemos militado hasta ahora muchos de nosotros.

¿Qué nos queda de esta experiencia de auge y legalización que lleva ya diez años? Los dineros inyectados para fortalecer el sector de la comunicación comunitaria ha creado un ciclo de interdependencia subordinada con el mismo, en lo material, en la construcción de los mensajes, e incluso en la relación con los actores sociales y el entorno, imponiendo una cultura casi exclusiva de relación de estos con los actores legitimados por la política oficial y por la percepción de la realidad auspiciada por el mismo gobierno.

¿Cómo lo hizo?: Le puso limitantes formales al esquema de crecimiento, le definió a priori un perfil social y técnico, creó desde ese perfil una cultura de legitimación ante el poder, no reconoció los actores naturales de la comunicación popular y cuando por fin lo hizo, les propuso por oleadas un atractivo pacto de financiamiento y recursos que les hizo abandonar la lucha por la auténtica democratización del espectro radioeléctrico, que les sustituyó el discurso local de las luchas populares, del aún insipiente diálogo, por la cuña institucional de contingencia, la cuña estratégica del socialismo oficial, a cambio de unas pocas monedas. En esta horma fueron entrando incluso los más rebeldes, excluidos de siempre del botín petrolero, no advirtieron que estaban cambiando a cristo por una reliquia falsa y clientelar.

El gobierno nacional ha desmantelado las posibilidades que el movimiento popular acumuló para cambiar las relaciones comunicacionales de dominación, y hacer surgir una comunicación de la resistencia, vital para la guerra popular de resistencia que el propio gobierno hoy pregona como componente de la doctrina de seguridad y defensa.

Hoy es difícil diferenciar entre las aguerridas emisoras populares que se batieron por las luchas de sus comunidades, que hicieron solidaridad militante con las luchas de más allá, que enfrentaron la contingencia del golpe y del paro petrolero de las otras emisoras que surgidas del boom de las comunitarias convocaron a toda suerte de malandrines y oportunistas a montar su tarantín, su trocito estereofónico de la torta negra petrolera.

Es igual de difícil diferenciar entre cooperativas falsas y verdaderas, entre alcaldes bolivarianos honestos y sinvergüenzas corruptos. La relación con el estado nos subió y bajó y nos deslegitimó como actores de la organización popular, como alternativas comunicacionales. Hoy nadie confía en el otro, la palabra política popular, verdadero pan de nuestra lucha, no nos pertenece como antes. Para el pueblo, para la comunidad la emisora es una instalación más, en el mejor de los casos, otra misión del gobierno.

En la carta a los comunicadores populares describimos esta suma de desaciertos y errores del movimiento popular al comprometer todo su acumulado a la política comunicacional del estado y el peor desacierto el cambiar la lucha por la democratización del espectro radioeléctrico en una negociación para fortalecer el oportunismo de algunos de nosotros, asombrados frente al interminable plato de migajas que el estado ofreció como refrigerio, para ocultar la vergonzosa negociación con los monopolios mediáticos que nos instan a confrontar en el discurso.

Retomar la tarea desde las luchas y proyectos populares, no desde las herramientas

Creemos que la retoma de la tarea de construir una comunicación rebelde y resistencia, otra comunicación distinta a la que comparten el estado y los consorcios mediáticos nacionales y trasnacionales, pasa por verificar en forma rigurosa que cada experiencia de base sea:

Un espacio de diálogo permanente que vaya sin saltarse posibilidades, desde la conversación hasta el intercambio a través de herramientas multimediales, la moderna ágora, el moderno cabildo de cada experiencia de lucha y de poder popular que integramos.

En cada uno y en todos los posibles espacios debe surgir una cultura del intercambio de códigos racionales y emocionales comunes, requisito básico para entrar en batalla contra el avanzado virus de los códigos impuestos por la dominación del capital trasnacional y del imperio. Una visión comunal, obrera, campesina y popular de las relaciones poder, y de la confrontación en la que estamos inmersos, dinámicas de educación liberadora en todas las experiencias.

Pasar por un proceso de revisión autocrítica y critica de las relaciones que hemos establecido entre nosotros y con el poder, ver los errores cometidos en la delegación de poder y en el ejercicio del liderazgo, ver nuestras fallas en la trasmisión cotidiana de nuevos valores en las relaciones humanas mas sensibles, revisar con severidad nuestros mecanismos colectivos para valorar la realidad, para valorar nuestra fuerza y nuestra experiencia.

Evaluar también con severidad las bases materiales y la sostenibilidad de nuestro esfuerzo y ver si acaso reproduce las relaciones de subordinación que combatimos como revolucionarios.

Línea editorial común, línea editorial de guerra

No construyamos ni sostengamos asociaciones de medios ni gremios de gestores, tampoco demos nuestras nominaciones al listado de protocolo de las secretarias del MCI, no digamos completos cuando la cucaracha ya no puede caminar.

Concentremos el esfuerzo en producir mensajes juntos, que compartir contenidos nos rearticule y rehaga nuestras alianzas, logremos un sistema para dar respuestas comunicacionales a las contingencias, sostengamos campañas juntos, no importa donde estemos construyamos una línea editorial común que ayude a ganar las batallas y que oriente e informe a los que luchan en medio de la guerra.

Es fácil asumir este planteamiento si no es un planteamiento dogmático, ni sectario, ni fraccional. Se trata de juntarnos para hacer juntos, permitiendo que esa relación y su diálogo nos cambien. Sin subordinarnos mas que a los estrictos acuerdos de un tejido sin nombre, o al menos sin pasión cabrona por las siglas.

Aprendamos de los sistemas comunicacionales clandestinos de guerra y repensemos nuestros esfuerzos para salir de esta modalidad mediocre de repartirnos baratijas y construyamos juntos también las bases materiales para nuestra autonomía, no la del medio, sino la del pueblo y sus organizaciones.

Darle paso a la hegemonía de un diálogo que debe ser como tal, democrático y entre iguales, para merecer tal denominación. Radicalizado hasta asumir un natural rechazo a los intentos de establecer un centro o una dirección central-racional de los procesos, dueña del control.

Diálogo para tejernos y reenlazarnos
Este diálogo debe estar por el crecimiento de un tejido diverso plural que se hilvana con acuerdos estrictos para hacer, vivir y movilizarse, con capacidad real para mover a través de el, las cualidades de la vanguardia, al lugar y el momento en que dicho tejido soporta una dinámica más acelerada. Un tejido militante altamente conductivo de valores e ideas, que se reconozca en su propio ritmo. Un tejido militante para la guerra de resistencia.

Solo podremos sobrevivir y salvar nuestro entorno terrenal o defender nuestra soberanía en el territorio de nuestras conquistas, de la voracidad del capitalismo globalizado, si nos articulamos de tal modo que no sepan donde golpear y que esta forma permita reestablecer las relaciones por elevada conciencia diversa y por desarrollado instinto común.

Empezar desde cero (gracias José)
Cometimos un grave error al considerar el diagnóstico de la batalla comunicacional que teníamos como reto, trabajamos para hacernos a la altura de esta confrontación acumulando herramientas y haciendo alianzas desde la experiencia de comunicación, este error fue aderezado con las ayudas gubernamentales para apertrecharnos.

Quedamos atrapados en una experiencia que dialoga si, aun en mucho, pero consigo misma, aislada progresivamente de la lucha social y de la construcción de espacios territoriales de resistencia, al punto de tener hoy experiencias hijas de este error que nacen del vicio clientelar de las relaciones con el estado rentista y no de el seno de en movimiento social. Radios, periódicos y televisoras que nacen de la necesidad de mantener una lista abultada de asociados a nuestra asociación.

David contra Goliat, el Arca y el Titanic, “la paraulata es pequeña y se enfrenta al chiriguare”

El poder crea guerreros robóticos especializados para esta tipo de guerra y los otros, “rambos” informáticos y comunicacionales sin familia y sin arraigos, paramilitares de la red y “seals” de la doctrina del control total, el pueblo no debe crear especialistas sino reafirmar y desarrollar el esquema de pueblo en lucha libremente asociado en redes y los principios de la democracia de la calle, o del camellón, o del río, o del aire, o del conuco, para los que no tenemos los “beneficios” del asfalto.

No estamos proponiendo romper con los principios de resistencia que hemos acumulado sino reafirmarlos y revisarnos a la luz de la desviación terrible que hemos acusado en virtud de la relación equivocada con el poder. Nos sumergimos en las relaciones establecidas cuando aún era tiempo de cambiarlas.

Tampoco podemos integrarnos a una convocatoria de “revisión, rectificación y reimpulso” del gobierno, cuando vemos que las únicas revisiones posibles en el son las que se ordenan desde arriba, comienzan desde abajo y nunca alcanzan a la nueva élite que sigue haciendo “de su camisa un saco”, enriqueciéndose con los recursos públicos, mas allá del plato de migajas que nos ponen en la puerta de atrás.

Debemos insistir desde esa revisión, en una cultura del intercambio de información en códigos comunes entre iguales que no nos extrañe de nuestra vida comunal, sino que nos reafirme, que nos permita nombrar con orgullo lo que hacemos, lo que recordamos, lo que escuchamos, lo que decidimos juntos, nombrar y sentir nuestro bio-entorno como parte verdadera de el y no como quien pretende conquistar la realidad desde las ideas abstractas.

Los “comienzos empezados” desde la estación de las teorías, desde el compromiso con las ideas, desde el dominio de las herramientas, desde la comodidad de los recursos gubernamentales, desde la oferta comunicacional, desde la vocación técnica, desde la línea política partidista, desde las certezas, son pasos en falso.

Tenemos derecho inocente de llegar al compromiso con cualquier confusión o idea preconcebida, incluso con vicios, pero sólo limpiaremos nuestra mirada en la lucha social, en la construcción de una palabra política común, de tal humanidad y firmeza que los militantes se parezcan, no a un estereotipo, ni copien de unos a otros modos raros de hablar, ni mitologías marginales, hombres y mujeres militantes que se parezcan a la política que construimos, ciencia del pueblo.

Ya basta de repetir las arengas de “luchar por la patria y el socialismo”, luchando así no se lucha por nada, eso es tan solo un consuelo de “burócratas y afines”, “la teoría del foco reforzada con bostezos” decía Lydda Franco Farías. Si luchamos por los nuestros, si damos nuestras peleas, ya tenemos lo que debe juntarse para hacer la política radical por un destino a la altura de la causa humana, tenga el nombre que sea, como dicen los Sin Tierra o el mismo Fidel en sus consejos del Aula Magna de la UCV en 1999.

La comunicación y sus herramientas, sus armas
No debemos armarnos antes de tener por quien pelear y por que, por que las armas piden ejercicio y sin claridad de miras podemos seguir reproduciendo las peores relaciones de dominación contra las que insurgimos.

Las armas multimediales y los modos de la comunicación deben ser consecuencia de los acuerdos colectivos, ante las necesidades de decir nuestra experiencia entre nosotros y de construir nuestra palabra política. Cada realidad de lucha requiere una forma y una herramienta adaptada a la contingencia y memoria de la lucha. “La fiesta de los cuchillos”, verso con el que un poeta describe un sueño de unidad indoamericana, no es una despedida de solteros, no se reparten los cuchillos como cotillones institucionales en la puerta, cada quien trae su acero, forjado a su manera, llevado a su usanza y con empuñadura de palo de montaña.

Si no fuera así, todos los cuchillos fueran iguales, cada dimensión de la lucha y cada cultura, cada experiencia requiere que las herramientas varíen, se adapten, se transformen. Disculpen el ejemplo colonial, pero por ejemplo, la espada macedonia de Alejandro, no volvió igual de oriente, había asimilado, cambiado y aprendido, tenia empuñadura y hoja nueva.

Las armas populares no se hicieron para estar guardadas, esa inutilidad extraña a sus dueños y los aísla de los demás, convierte a los armados en clase aparte, su herramienta se convierte en el centro de su vida y la guerra se hace por las armas mismas. Tales guerreros solo sirven y al poder y a los señores. Las armas del pueblo son armas y son instrumento de labranza a la vez.

La emisora popular no es un espacio a ser defendido, no es una casamata blindada por nuestro desvelo, es un instrumento dinámico y ligero de ataque, de defensa del pueblo, de nuestras comunidades. Nuestras emisoras no nacieron para ser defendidas sino para defender a los que luchan para ser instrumento de nuestras luchas. De lo contrario son una precaria posición de defensa, una mala copia de la artillería comunicacional del poder.

La próxima vez que poder y sus lacayos ataquen una de nuestras emisoras no hagamos un circulo alrededor como cruzados, reafirmemos en la práctica las relaciones que no hicieron merecedores de ese ataque.

No fijemos una sola posición de defensa, hagamos un movimiento que nos ponga en el lugar de las luchas que le dan sentido a nuestro esfuerzo, aprovechemos la oportunidad para refundirnos. Que el enemigo al buscarnos se enfrente a un gigante colectivo que lo aplaste poderosa con belleza.

No multipliquemos el error. La emisora que te regalaron, la que no recuerda su propia historia, o la pauta que mantiene tu periódico alternativo, no es un comienzo y después veremos, es el fin de nuestro esfuerzo sincero, son herramientas hechas en serie para adornar vitrinas. Y el pueblo dictó su mandato rompiendo las vitrinas hace 20 años.

Para contar una historia hay que tenerla, hay que saberla, hay que hacerla.
La comunicación es una consecuencia de lo que vivimos, no podemos permanecer en los esfuerzos de comunicación comunal atados a las imposiciones y dependencias logísticas y de lenguaje que bien describe ese el verso de José Martí con el que describe al hombre americano de la dominación colonial: “éramos una mascarada con el chaleco parisien, el chaquetón de Norteamérica y la bandera de España…”

Montar una radio y aprender de comunicación no tiene sentido alguno si antes no estamos juntos, trabajando por superar las limitaciones de justicia, dignidad y calidad de vida más importantes.

No podemos poner la carreta delante de los caballos, o mejor, para que vamos a ir en carreta si aún no hemos allanado el camino.

El cuento no son los hechos, sino lo que aprendimos velado en la palabra y en el gesto. No hay cuento que contar sin territorio donde vivir una experiencia que lo alimente, sin la tierra, sin la calle, sin el tiempo de trabajo, sin las hijas y los hijos, sin la rabia tenida dignamente, sin el amor, no hay cuento, el que lo intenta despide un aliento empobrecido que hace aburridas y repetitivas las palabras.

Tampoco se puede ser un recolector de cuentos de otros, somos protagonistas de nuestro propio cuento. El cuento que entregamos al diálogo en el patio de la tarde no es solo una versión fantástica de lo hechos, tiene todos los ingredientes de lo aprendido aderezando la narración de los hechos, su metáforas son las claves de conocimiento, señas secretas, vibraciones de la piel, gestos significativos que compartimos con los demás.

Todos los intentos de adueñarse de los cuentos de otros son inútiles por que la magia de la palabra es severa y solo se trasmite en relación con la tierra y con la consecuencia dolorosa que mide la palabra política del pueblo. Todos los intentos de usufructuar la palabra lucen falsos ante los ojos silenciosos de la memoria. La palabra deja sus marcas imborrables, tanto como queda marcada la mano del marino y del labriego.

Nuestro cuento en común es un cuento hecho de voces diversas, nuestra voz compartida es el hecho educativo primario de la comunidad, de la familia, del pueblo, cuando hablamos entre nosotros trasmitimos los mas severos anticuerpos frente a la enfermedad del alma de la sociedad de consumo, frente a los dolores del hambre y frente a la sed de justicia.

1810 fue el discurso del poder, la búsqueda de mayor beneficio comercial librándose de la carga impositiva de la corona española, aún en 1811 prósperos y grandes cacaos lucían aun como en verbena de domingo cuando rodeaban al hijo pródigo del pulpero Miranda. La palabra del pueblo sin zapatos, sin escritura y sin vos, guardada silencio en la vibración de un tambor. Pero llegó 1814 y la palabra del pueblo se impuso salvaje arrasando la tierra. Entramos en la historia con la palabra del hambre y con esa palabra fuimos hasta el Alto Perú, donde nos esperaba con el hambre en el vientre, Juana Azurduy.

De una experiencia de lucha irregular
a una experiencia de soberanía sobre los territorios.

Para que vas a instalar en el asentamiento una emisora si aún los campesinos no construyen juntos su cochineras, sus gallineros y sus invernaderos, como es que esa emisora es de todos si aún todos no lo saben y deciden, como es que es de todos si aún no tenemos siquiera una cooperativa para refacciones de la maquinaria agrícola. Pero tenemos una emisora con todos los hierros pagada por CONATEL.

De verdad, es mas sincero y maduro tener instrumentos de agitación y propaganda concentrados en echar las bases materiales de una nueva soberanía. No tengamos lo que nuestra propia fuerza no garantiza. Mantengamos ligera la carga para la movilización. Luego sobre las garantías que de esa soberanía pueden surgir, si es necesario un medio de comunicación estable, como consolidación y reafirmación del nuevo poder, de la nueva soberanía.

Andar con emisoras sin arraigo, inventadas por ansiedad presupuestaria ha convertido a muchos de nosotros en cuatreros de la comunicación, solo que no robamos ni ocupamos el latifundio radioeléctrico, aún en manos de la oligarquía, usurpamos con nuestros mensajes prestados el espacio de la voz de la comunidad, el espacio del pueblo en lucha.

Solo dejando atrás la condición actual, donde el discurso radicaloide oculta enormes vicios nacidos todos en la relación subordinada con la clase política, podemos, con lo mejor de cada quien, crear una alianza de territorios y experiencias de lucha que deje atrás la vieja traición que derrotó la Patria de Bolívar, la de Guaicaipuro y Nigale, la del Zambo, la de Zamora, cuya capital sigue siendo la tasca lujosa de moda donde el coyote brinda con el correcaminos. Allá en Caracas, asiento de nuestra pobre Capitanía General Petrolera.

Avancemos hacia un Sistema Comunicacional Rebelde, nacido y sostenido por el pueblo en lucha. Una plataforma comunicacional para la Guerra Popular de resistencia contra el imperio. Otra política ciencia y palabra de nuestro pueblo.

Juan Carlos La Rosa Velazco
Colectivo de Trabajo Revolucionario
Cuento, Fiesta y Candela
Por el camino de las comunidades

viernes, 24 de abril de 2009

Elementos para un taller sobre “otra política”

Introducción

El siguiente taller tiene como fin aproximar a los participantes a la visión de “otra política” y mejorar la inscripción de esta dentro de las diversas experiencias territoriales. Como taller no pretende facilitar caminos, al contrario, más bien le “complica” la vida a los que ya se la han complicado bastante en el compromiso con la lucha social, ya que supone una experiencia que busca romper con los diversos modos de producción política al menos desde hace diez años para acá; es decir, cortar con la cultura política cada vez mas virtual y burocrática que hemos heredado del chavismo oficial. Por ello nos parece importante que el taller o conversatorio que se genere sobre otra política parta de un conjunto de ideas que rodean en este momento la preocupación central de muchos colectivos reflexionando todo lo que se pueda acerca una de las conclusiones políticas principales: nuestro poder es nuestra política, es decir, nuestra capacidad de construir otro poder, otra historia, otra ciencia, para lo cual es fundamental ¡qué gobierne el pueblo!, real y concretamente.

Partimos de algunas frases escritas que buscan fijar un conjunto de ideas: los tiempos agotados, el comunismo, la soberanía colectiva. Pero son solo textos alegóricos que se pueden cambiar o alternar por otros más adaptados al colectivo concreto donde se haga el taller. Lo importante es que podamos adentrarnos lo más posible, en un primer momento o día de taller, en ese elemento de la producción propia y no importada o asaltada del poder como punto de partida sustancial de la otra política. La otra parte, trata directamente sobre las cuatro estrategias planteadas (constituyente, productiva, comunicacional, de choque) desplegando en ellas ideas y experiencias esbozadas en documentos anteriores. Todo esto con el fin de empezar el diseño de lo que sería la producción de una “carta de lucha territorial” y el diseño de una cartografía estratégica del corredor o espacios territoriales sobre los cuales se trabajaría en la zona.

I.Complicada circunstancia: preguntas y premisas de reflexión para el taller

1.Se agota una historia se abre otra

Se agotó la colonia, se agotó el viejo imperialismo mercantil que nos aplicaron los ingleses, se agotó el esquema del desarrollismo dependiente de los EEUU, se agotó rápidamente neocolonialismo neoliberal de las postrimerías de la cuarta república, ahora empieza a agotarse la refundación burocrática de la república en base a la coalición neoliberal y de capitalismo de estado del cual no ha podido salir el gobierno chavista. En definitiva ya se agotó la república parasitaria de la renta petrolera, por cuyos excedentes se han peleado todos los gobiernos y clases dominantes por casi cien años de historia. Cada uno de los ciclos históricos vividos han sido precedidos por importantes acontecimientos políticos que consagraron la ruptura entre uno y otro; huracanes que sirvieron de base para la formación de nuevos sujetos y pensamientos políticos hegemónicos, permitiendo reordenar la realidad sobre nuevas relaciones y estructuras que las formatean, hasta terminar reestructurando nuevas formas de dominio capitalista. Hoy en día, mientras ya se hace visible el agotamiento de la república burocrática y monoproductora, el sujeto político de este nuevo paso adelante o de este nuevo quiebre, apenas se dibuja en el escenario y no nacerá hasta tanto no se produzcan las luchas revolucionarias necesarias. Lo que si estamos claros es que este progresivo agotamiento que va a la par del derrumbe financiero del orden imperial y el orden oligárquico regional, obliga a que ese sujeto, por un lado, se concentre cada vez más hacia abajo en la escala social de división de clases y, por otro lado, que deseche de una manera cada vez más clara la ilusión de utilizar las instituciones burguesas y colonizadas para su avance centrándose sobre su propia capacidad de liberación. Ya no es el territorio abstracto de las instituciones del estado burgués (que ya parecen convertirse en simples agencias de negocios propios de la casta que las controla) lo que está en la mira, son los territorios reales donde se estructuran las relaciones de dominio materiales: comunidades, fábricas, lugares de servicio social, tierras, mares, etc. Tenemos la base mínima necesaria al interno de los poderes revolucionarios para que la ruptura afiance su fuerza y poder en la colaboración propia, en la solidaridad recíproca, en el apoyo mutuo, en la acción desencadenante de miles de posibilidades productivas, constituyentes y de nueva vida basada en el mando y la soberanía colectiva del pueblo alzado, de la prole libertaria, sin que esto signifique promesas idílicas ni paraísos acabados. Cada lugar, cada historia, cada momento, ayer, hoy y mañana tuvo, tiene y tendrá su propio reto revolucionario, hoy empieza a nacer uno nuevo sobre otra política. Su espacio es la tierra, la comunidad, el espacio productivo expropiado o creado, su tiempo es el tiempo de cada lucha, de cada pregunta que nos hagamos en ese desencadenante permanente de incógnitas que es la batalla popular y que nos van arrojando respuestas, colectivamente trazadas y que son en definitiva nuestra verdadera ciencia.

Pregunta: ¿Cómo va nuestro camino, el espacio abordado por él, el poder y la sabiduría acumulada?, ¿qué retos tenemos en frente, cómo definimos hay nuestra carta de lucha?

2.La lucha es definitivamente es por la conquista de un mundo igualitario, justo y libertario.

Antes de seguir es importante que intentemos hacer una reflexión sobre el signo que seguramente van a tener las luchas revolucionarias en los comienzos de este siglo y sobretodo después de este gran derrumbe del imperio financiero capitalista. Se hacen muchos análisis al respecto de la crisis, más o menos catastróficos según los gustos e inclinaciones ideológicas. Cualquiera puede tener razón en el orden de las especulaciones, no creyendo por nuestro lado en catástrofes automáticas ningunas. Sin embargo, nos parece mucho más interesante advertir que el progresivo desgaste de las instituciones políticas y económicas creadas por la burguesía en los últimos siglos (desgaste muchas veces inducido por ellos mismos empezando por el mutilación de hecho de la soberanía de los estados nacionales y sus instituciones ya totalmente atadas al juego mercantilista) no solo se agudiza con esta crisis sino que reabre por completo la agenda perdida del comunismo (o del socialismo libertario para los que les gusta esta nominación). Es decir, un mundo autogobernado por núcleos sociales productivos y creadores, asociados libremente al conjunto diverso de las comunidades humanas. Fijémonos nada mas en la manera en que han abordado la resolución de la crisis financiera inyectando equivalentes en dinero del tamaño del doble de toda la deuda del tercer mundo, puede darnos una dimensión exacta de lo que es hoy el atrapamiento sin salida de los estados a la dinámica capitalista (la salvación de los bancos y el sistema financiero del norte); esto de por sí obliga a reafirmar las viejas convicciones comunistas. Además, el desarrollo de la trama material del propio imperio capitalista que ha inundado al mundo de trabajadores que se ganan su vida por iniciativa y genio propio en forma individual o juntando de manera colectiva sus capacidades laborales y productivas, abre potencialidades autovalorizantes y autogobernantes al interno de las relaciones de producción gigantescas. Pero sobretodo, el desapego cada vez más acentuado de las luchas populares a la conquista de las desgastadas instituciones políticas del estado y la promoción de un “orden” propio (estrategia constituyente), aunque sea todavía muy vago y difícil de describir, nos cerciora de la aparición efectiva de un nuevo “modo de producción”, de una socialidad adjunta a nuevas relaciones de producción, radicalmente adversas a la individualización capitalista, que tienden convertirse en una potencia viva. El comunismo ya dejó de ser una utopía, es una intuición y una práctica concreta, un dibujo mental de plena igualdad y libertad presente en el deseo de millones. Aunque le den nombres y sentidos distintos, está presente en sus propias luchas, consignas y manifiestos, cuya debilidad por los momentos es la ausencia como ya lo decíamos de una multiplicidad de impulsos propiamente políticos que hacen falta para invadir terrenos cada vez mas importantes del quehacer humano hoy bajo el dominio del poder capitalista, burocrático, tecnocrático, y que pasen al poder de la comunidad libremente asociada; es decir del trabajo y territorialidades liberadas. De allí que cobre todo el sentido del mundo desplegar el mayor esfuerzo posible por fabricar otra política que rompa en forma cada vez más clara con los ordenes constituidos tanto en plano económico como político y force a como dé lugar el respeto al ejercicio directo de la soberanía colectiva. La vieja intelectualidad de izquierda atada aún a los esquemas de la “transición socialista” y la centralidad del estado en este camino transitorio obstruye muchísimo el paso. Un ejemplo cercano está en los países nuestramericanos donde el cambio de correlación de fuerzas ha sido favorable al pueblo lo que ha permitido que estos intelectuales, adjudicándose una especie de “representatividad” en el pensamiento popular, lleguen a tener posiciones preeminentes a nivel de estado, imponiendo la hegemonía de esta visión derrotada a raíz de la implosión de las grandes revoluciones socialistas y comunistas del siglo XX. No obstante, e independientemente de la hegemonía aparente de este viejo modelo, la opción propia está hecha, ahora nos toca construir la ciencia de este camino y sus bases teórico-prácticas.

Pregunta: ¿Cómo visualizamos dentro del presente inmediato a mediano plazo esa nueva sociedad, esa nueva comunidad que nace directamente de nuestras luchas?, ¿estamos dando pasos así sean básicos en función de ello?.



3.La acción ha de ser totalmente política porque en ella se piensa, se rompe y se constituyen nuevos órdenes de realidad que van iluminando caminos. Sin ello no hay posibilidad de una política emancipatoria ni hay sujeto revolucionario.

Algo que se muestra absolutamente básico a la hora de ir tejiendo esta otra política es aquel principio que nos dice que nuestro poder es nuestra política. Efectivamente no queremos repetir una política que se dedique al asalto de un determinado poder. Construimos una política que se mide en el poder que va ejerciendo y sobre el cual se apoya; en la felicidad colectiva que va fabricando en la medida en que prueba su propia capacidad liberadora. Para ello es muy importante tener presente que estamos construyendo sobre un campo completamente minado, particularmente en este país donde el control la renta petrolera de estado tiene el tamaño de una apetencia desbordada que comparten por igual izquierdistas y derechistas y que ha terminado regándose como razón prima de todo el quehacer político-institucional y hasta económico. Es nuestra propia forma de vivir, reproducirnos y morir en el romance neoliberal que ha invadido el mundo. Millones van a la caza de esa renta (nuestros créditos basura) ya sea como mendigos, pedigüeñas comunidades, ambiciosos empresarios y gerentes, voraces magnates, autoproclamados estadistas y políticos. Es una subjetividad creada paralela al componente material que la soporta (la república monoproductora), cuya síntesis podría ser: “teniendo el fragmento de la renta que he podido capturar (vía asistencialismo de estado, vía subsidio o crédito, vía contratos o ventas al estado, vía corrupción, vía control de recursos, vía reconducción financiera de recursos públicos) ahora invierto productivamente lo menos y más bien lo reproduzco en relaciones de mercadeo e inversión rentaria (mercancías, tierras, inmuebles, acciones, bonos, papeles, etc)”. Relaciones de venta y compra, por un lado, de trabajo y materia elaborada e importada, y por otro, de dinero en sí, que van a su vez articulando todos los lazos de dominio en la sociedad y donde se descuartiza el potencial productivo de un pueblo. Esta situación ha bloqueado formidablemente todo el impulso emancipador que no deja de respirar y tomar nuevos bríos entre nosotros, pero aún no quiebra en forma significativa ni mucho menos esta tragedia sustancial. Lo cierto es que nos movemos entre los extremos antagónicos que suponen la existencia de ese potencial “comunista” naciente y en el otro polo a esta estructura social dominante tan destructiva y disolvente de voluntades emancipadoras. Por ello en el aquí y ahora lo que vale es la acción pensada y categórica que rompa con este estigma, que disuelva el sueño de la apropiación de la renta y nos haga políticos, libres, productivos y poderosos.

Pregunta: ¿hemos logrado entre nosotros armar una comunidad militante que haya podido romper de manera profunda con esta mentalidad saqueadora y oportunista en la que fuimos creados por estas tierras y siguen alimentando?

4.Partimos además de un principio básico: no es el hambre lo que hace la revolución sólo la revolución resolverá tanto el hambre como nuestras ganas de ser inmensamente dignos y humanos. Por tanto, no es la pobreza lo que garantiza y le da sentido a la revolución. La revolución solo puede nacer de la riqueza intelectual y el deseo libertario que nazca del pueblo pobre.

Ella tampoco es una entelequia elitezca, un asunto de expertos o un acto voluntarista grupal, es una fabricación colectiva que tendrá vida si se expande y logra seducir a más y más gentes que a su vez portarán más y más ideas y voluntades, sumando cada vez más espacios de ruptura con el sistema. Lo cierto es que la imposición de la soberanía colectiva sobre el espacio territorial productivo, educativo y comunitario parece ser el paso de ruptura primordial en los actuales momentos. La soberanía de ese nuevo “nosotros” que se ha creado “donde cada quien lucha por lo suyo” sin esperar salvadores, entendiendo que lo suyo “es lo propio tanto como el anhelo de liberación de toda la humanidad”. Es una soberanía que se piensa, se desea, se convierte en acción, en palabra de lucha, en movimiento, en toma, en comuna, en corredor territorial de lucha. Resolver el acertijo de este camino es propiamente el “acto” de la “otra política”.

Pregunta: ¿si la política es idea y acción emancipadora de los que nada tienen y no un oficio especializado para acumular poderes y cosas propias, en qué medida, de qué manera, bajo qué normas y principios y estructuras, nos estamos convirtiendo en un sujeto y una organización política real?

II.Puntos concretos de estrategia política a discutir, respondiendo en cada unos de respecto a la alternativa específica que hemos decidido implementar

1.La estrategia constituyente

Liberar la acción que tiene que ver con la constitución de los espacios colectivos de decisión del control burocrático de los mismos, parece ser una de las condicionantes primeras de la ruptura frente a la república burocrática. Hasta los momentos se han declarado y formado “poderes populares” que en su inmensa mayoría o simplemente no existen, son simples papeles en manos de unos vivos, o no ejercen ningún poder efectivo. O todavía más allá, se le ha adjuntado el nombre de “ministerios del poder popular” a entes que lo niegan en forma absoluta, confundiendo el poder constituyente con el poder constituido en su más vieja y corrupta versión (¿qué es el poder popular entonces?). Tan solo ayudan a los bolsillos personales de las mafias que los controlan y un tanto a la redistribución de una riqueza que ha sido la fuente a su vez del control burocrático y electoral sobre la dinámica política de base. Siendo además uno de los recursos básicos a través de los cuales se ha silenciado y despojado a una buena parte del movimiento popular, en todas sus versiones, de autonomía política propia.

Lo importante en todo caso de la estrategia constituyente, o de “acumulación constituyente”, como hecho político real (independientemente de la cantidad de gentes que la asuman radicalmente), es decir, como acción interiorizada en el movimiento de masas, es que ya tiende a salir de las formalidades legales y hasta constitucionales, particularmente después de la derrota del referéndum del 2007. De hecho la misma “revolución bolivariana” desde el mismo año en que se “hace poder” 1999, se entiende a sí misma como una “revolución constituyente”, solo que sufre un giro abrupto en esos mismos años que la obliga a detenerse en los linderos de lo formal-legal y con ello el pase a control de las castas políticas que suben al poder con la llegada de Chávez a la presidencia. Diez años después las consecuencias están claras; el “proceso” está agotado o detenido en su propia trampa. Era quizás una experiencia inevitable dadas las mismas condiciones políticas y correlaciones de fuerzas que existieron para entonces. Pero hoy ya la situación es otra, habiendo bases y fuerzas para al menos comenzar a dar los primeros pasos en función de generar una estrategia constituyente donde se afiance otro poder, otra política, se genere otro espacio y otro territorio bajo control político colectivo, que empieza a desconocer radicalmente el poder constituido, al mando capitalista y sus sistemas de represión legal y material.

Tenemos hasta ahora una corta experiencia al respecto que va desde la decisión de algunos organismos reconocidos como “poderes populares oficiales”, básicamente los Consejos Comunales y otros núcleos de organización popular reconocidos, que se han decidido a enfrentar la atadura burocrática y hasta partidista y buscar sus propios horizontes (con las consecuencias de marginación y persecución local previsibles), hasta nuevos gérmenes de poder colectivo que surgen sin historia ni reconocimiento previo y que apenas están inventando sus propias denominaciones, formas, definiciones y objetivos. El camino hasta donde conocemos los han surcado básicamente movimientos comunitarios, obreros, indígenas y campesinos, cada uno a su manera y ritmo. Corredores territoriales y experiencias puntuales en Sucre, Lara, Bolívar, Zulia, con cartas de lucha propias se destacan en ello, aunque todo el espacio nacional está tensionado por la aparición de estas fuerzas constituyentes.

¿Hacia dónde parece ir la cosa?: tomas territoriales, tomas de empresas, tomas de inmuebles o espacios urbanos y rurales, formación de organismos de autogobierno (consejos de trabajadores, cooperativas autogestionarias, mancomunidades de consejos comunales, movimientos territoriales incluyentes de estas diversas experiencias, formación de comunas). Bajo esta última forma de organización ya incluso empiezan a forjarse las bases de una legalidad propia (“Juntas Populares de Buen Gobierno”, dicen algún@s enamorad@s de la espiritualidad rebelde zapatista, otr@s la llamarán populares o socialistas a secas siguiendo los lenguajes aquí utilizados, teniendo a Zamora o al Che en su primera plana de inspiración), o conjunto de comunas integradas a un corredor territorial de lucha. Esto es lo que parece constituirse en Barquisimeto en todo un corredor territorial al interno de la ciudad, el cual tiende a juntar comunas formadas a partir de luchas concretas ligadas a la recuperación de la tierra urbana y la defensa de la vivienda. Son síntesis de agregaciones comunitarias y de trabajadores convertidas en comunas, las cuales ya se aproximan a formación de un gobierno conjunto propio y paralelo al poder constituido. Pero esto no es todo, en otros lados esa misma figura se sintetiza a través de la generación de consejos regionales de trabajadores que a su vez multiplican la formación de comunas y consejos particulares de trabajadores que funden el poder productivo, ganado en la expropiación al capitalista, y el poder político de la comunidad, en un solo horizonte común, es el caso de Sucre. Otras matrices de liberación se concentran sobre el mismo movimiento social, o socio-político, y su propia práctica interna fundida ella misma con la comunidad popular. Otras veces hasta la ganancia de alguna alcaldía por gentes realmente dispuestas a romper el orden burocrático del estado y el capital, han ayudado “desde arriba y abajo” a fomentar un punto de partida sólido hacia la izquierda revolucionaria, los casos por ejemplo de El Tocuyo y Carora.

Pregunta: ¿en nuestro caso podemos hablar de una estrategia liberadora y constituyente concreta sobre la cual estemos avanzando?, ¿está claro en tod@s esta idea, estamos claros en cuáles serán las formas de poder a constituir bajo el protagonismo popular; sus propias relaciones –o confrontaciones- con el poder constituido?

2.La estrategia comunicacional

Más allá de teorías o diagnósticos, el problema se sintetiza básicamente en dos cosas: primero es imposible desplegar “otra política” si ella a su vez no refunda diversas formas de contraofensiva comunicacional y propagandística que ponga de nuevo el mensaje revolucionario en la calle sin manipulaciones y juegos maniqueos de la palabra. Segundo, es necesario que esa comunicación y esa propaganda rescate la originalidad y la radicalidad del mensaje auténticamente libertario y emancipador más allá de todo poder, es decir, rescate su propia verdad y pueda de nuevo decir, propagandizar, gritar, desde esas luchas populares que son en definitiva la semilla única de esa verdad.

El trabajo en ese sentido no es fácil por el nivel de instrumentalización en que ha llegado a estancarse el movimiento de comunicación alternativa donde solo es posible hablar de la mitad de la verdad, la otra se calla porque es la realidad oculta de quien paga, cuando quiere, y dice ser socialista. Aquí hay algo muy claro que aparece y rebasa posiciones tácticas diferenciadas. Si no hay un polo o sujeto comunicante en disposición de develar la totalidad de los hechos que articulan los lazos de dominación y explotación en una sociedad, que hable sin condiciones de la totalidad de los campos de resistencia y confrontación a estos lazos, sencillamente se desvanece por entero la palabra crítica-revolucionaria. Podemos reverenciar todo el día al Che a Bolívar y la revolución, pero eso no vale nada si en ella no aflora toda la verdad y no se rompen los temores frente a todas las razones y personajes del poder. Restituir esa posibilidad de “ser verdadero” y de mantener en ofensiva esa verdad, es una estrategia básica dentro de las actuales circunstancias.

En concreto esto tiene muchísimo que ver con la necesidad de reagrupar nichos de producción comunicacional en todos los niveles a partir de la experiencia aprendida en estos años, no confundiendo instrumento con sujeto. Propaganda y comunicación se hace como sea, se tenga o no se tenga la pericia y los instrumentos para hacerla. Ella hoy en día se transformó en uno de los centros primordiales de la existencia social, en el dispositivo básico de la sociedad postindustrial. Es por tanto un campo inevitable de la propia militancia. Sonido, imagen y palabra, en todas sus combinaciones y agregados creativos tienen que encontrara la manera de armar estrategias de desarrollo concreto dentro de los respectivos territorios donde hay fuerza de liberación actuando, y al mismo tiempo la manera de integrarse globalmente con todos los centros comunicaciones de resistencia en el espacio mundial.

¿Qué hay?, diríamos que casi nada salvo el enorme potencial, quizás como ninguno, por la experiencia vivida en el enfrentamiento al enemigo monopólico de las comunicaciones y la propia fabricación de espacios que han buscado muchos de ellos ser realmente “alternativos”. Centro quizás de esta estrategia: la fabricación de productos comunicacionales desde los más sencillos a productos mucho más complejos que diseñen estrategias de divulgación y sirvan a la agitación social.

Pregunta: ¿hemos pensado y existe un plan en función del desarrollo de políticas y medios comunicacionales, propagandísticos que definitivamente digan y agiten con toda nuestra verdad?

3.La estrategia productiva:

“La producción” en sí misma es una meta muy propia de la revolución burguesa, ella misma es una revolución de las relaciones de producción al introducir la ganancia y la propiedad privada como mediadores universales tanto del estímulo productivo como de las relaciones de producción y reproducción social. Para nosotros el problema se presenta de manera muy distinta: no se trata de producir por producir, cosa que en el capitalismo implica ganancia y acumulación, se trata de liberar el trabajo de las ataduras esencialmente políticas que lo convirtieron en mercancía e instrumento directo de la propia ganancia. Y si nos ubicamos en un plano todavía más particular a nuestra realidad, se trata no solo de liberar el trabajo sino de crear los espacios productivos necesarios donde se desplieguen sin obstáculos colectividades productivas que respondan a nuevas formas de interrelacionar el potencial productivo de cada individuo, liberándose de la opresión capitalista. Es muy importante la experiencia aunque sea fallida de estos últimos años, ya que nos la dimensión del problema, los obstáculos y los caminos posibles. Para ello se hace evidente: Primero, que la estrategia productiva camine en base al principio del control obrero y niveles cada vez mayores de autogestión y liberación del trabajo del mando burocrático y patronal. Segundo, que la “empresa” o espacio de producción a construir no se cierre sobre sí mismo para luego degenerar en una empresa privada o de lógica privatista más. Es fundamental en tal sentido que la empresa se “socialice” tanto al interno como hacia su entorno territorial, haciendo de sus excedentes e incluso del trabajo necesario a su desarrollo en los mercados regionales y nacionales, un asunto a través del cual ella se integre con comunidades, comunas y corredores territoriales, desarrollando al menos redes de mercado justo. De esta manera libera en algo al entorno comunitario de su dependencia absoluta con el presupuesto fiscal de estado, convirtiéndose en una base material real para los procesos concretos de liberación territorial y una forma de establecer una relación no mercantil con el espacio social y económico ampliado. Tercero, que además de controlar y socializar, se impulse la “universalización” de estas empresas e iniciativas productivas. Es decir, que ellas se entiendan parte de un proceso “comunista” en desarrollo en el mundo entero. Se hace imprescindible entonces que se vaya experimentando de lo más simple a lo más complejo, niveles de integración, cooperación, traslado de tecnologías y saberes, con iniciativas socializantes e incluso de pequeñas empresas privadas en todos los rincones del planeta donde fuese posible ese acercamiento y comunicación.

Pregunta: ¿Qué tenemos pendiente dentro del campo productivo: toma de empresas, reconstrucción y construcción de espacios productivos?, ¿quién va a controlar esos procesos, bajo qué esquema de administración, bajo qué política de distribución, comercialización y estrechamiento de lazos con las comunidades aledañas?

4.La estrategia de choque:

Quien pretenda volcarse a la lucha por procesos reales de liberación sin que tarde o temprano no se choque abiertamente con el orden dominante es un iluso o un gran tramposo. Ninguna revolución es “pacífica” aunque el lema de la paz encabece la actividad política emprendida. Al mismo tiempo no hay ninguna revolución que pueda sobrevivir sin chocar con los agentes internos que la destrozan y utilizan a interés propio. Pero también hay que saber chocar y prepararse para ello. La decadencia del orden dominante y capitalista en todas sus dimensiones, sobre todo en los países del sur presiona por la formación de “paraestados”, con rangos que ya alcanzan niveles transnacionales, y agentes institucionales directamente ligados a ellos los cuales forman mafias de poder y corrupción. Esto hace muy peligrosa la actividad insurgente y libertaria, permanente acosada y reprimida o sencillamente exterminada, por lo cual ya no es el extremismo la salida sino el genio con que se forje y desarrolle el quehacer guerrero y confrontativo de los pueblos. La guerra casi siempre comienza en casa contra los más cercanos, contra los intereses dominantes consagrados y sus ayudantes institucionales que buscan mimetizarse o sustituir estos viejos intereses.

Pregunta: ¿Está claro quiénes son nuestros enemigos fundamentales, cómo los vamos a confrontar y cómo nos vamos a defender de sus violencia?

III.Pregunta y conclusión política

¿De todos los elementos discutidos y respondidos en este taller podríamos estructurar una “Carta de Lucha” que sea la base de esa “otra política” que nos va a servir de guía en nuestra lucha?

Los “Derechos Humanos” no existen

Así como la democracia (“cracia”-gobierno o régimen, ejercido por el “demos”-pueblo) los derechos humanos hace tiempo que se convirtieron en una burla a los pueblos conveniente a los intereses de la casta mundial dominate. Ambos -la democracia y los DDHH- como hecho político, nacieron en un mismo tiempo histórico; en aquellos años de la revolución francesa donde se reivindicó y se formalizó precisamente la democracia como soberanía plena del pueblo en conjunto con la declaración universal de los derechos humanos. En dicha declaración se constituyen al menos de manera formal tanto los principios atinentes a la libertad individual, entendida como respeto libertad de pensamiento, de expresión, de movimiento, de oficio, de decisión, incluso de rebelión, como el principio universal de la igualdad, con el cual se consagró la igualdad universal de todos los seres humanos, fomentando igualmente la solidaridad y la justicia entre todos los pueblos e individuos. Con el paso del tiempo estos principios haciéndole gala al carácter burgués de la revolución que los vieron nacer, fueron convertidos en sustentos ideológicos primarios de una estrategia mundial de dominio de esa misma clase. En aquel momento revolucionaria y combativa, hoy simplemente una masa abstracta, incolora y apátrida de propietarios y gerentes que se reparten el poder a nivel mundial de acuerdo a sus propias correlaciones internas de fuerza que no son otra cosa que la masa de capital junto al poder militar, tecnológico y comunicacional a su servicio y con el cual cuentan de manera efectiva, convertidos ya en una masa mas de capital. Hasta los poderes militares en los EEUU se han venido privatizando y convirtiendo empresas privadas dedicadas al negocio de la guerra. Es lo que Marx llamó en su momento y con su extraordinario genio anticipatorio, la “subsunsión real del trabajo en el capital”. Es decir, en pocas palabras, el momento en que la burguesía empieza a poner en práctica lo que es la utopía mayor del capitalismo: la de convertir el mundo entero en una masa única de capital, incluida la naturaleza, los cuerpos, las ideas y todo lo que puede ser fruto del trabajo y la creación humana. Y en esto de verdad que los “DDHH” o son una carga fastidiosa e inútil, o, siendo mas inteligentes, como en efecto lo han sido, se convierten en mera ideología de dominio haciendo que el muerto les sirva de la manera mas bella.

Hoy en día, tanto un imbécil reaccionario como Bush como un tipo astuto y seductor como el negro Obama a nombre de “los EEUU” son muy claros y perfectamente idénticos a la hora de establecer cualquier relación que involucre a sus queridos y defendidos “EEUU”. Les interesan los negocios que están en juego, para mantenerlos, renegociarlos, transformarlos o aumentarlos. ¿Y en nombre de qué principio ético y universal lo dicen y lo hacen?: en nombre de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Ellos –los EEUU- “son” eso; ellos representan mundialmente estos principios que dieron nacimiento a la era moderna. Y lo son porque son el fruto más fuerte y perfecto de la propia revolución burguesa. De esa manera pueden justificar un genocidio de cerca de un millón de personas en Irak o ayudar o promover a cuanta lacra humana se haga de algún poder en cualquier lado del mundo y esté dispuesto a hacer negocios con “ellos”, es decir, con las corporaciones norteamericanas. Muy parecidos o ya iguales son los europeos, en particular los estados alemanes, franceses, ingleses, los de mayor poder económico y militar. Las distintas tonalidades entre ellos y los EEUU, fuertes en algún momento, ahora desaparecen, reuniendo objetivos y discursos comunes para superar la crisis y en nombre, otra vez, de la libertad, la democracia y los DDHH. Ver nada más lo que ha sido el papel de los europeos en Africa y el apoyo directo e indirecto que todas sus corporaciones han dado a las distintas bestias políticas que no solo pararon la revolución popular en el Africa durante los años sesenta sino que luego han sido los comandantes del genocidio humano más brutal de todo el siglo XX, sumando a los nazis o cualquier otra figura odiada por la ideología oficial de esta burguesía mundial, es prueba suficiente. Ahora se suma la tragedia del Sida y vemos idéntico comportamiento, ya no es la guerra sino la enfermedad como tal quien es un negocio más. El cuento sería muy largo si sumamos los casos de las privatizadas Rusia o China (sólo en esta última mas de mil millones de personas viviendo el mas puro despotismo capitalista, claro, sin mascadas de libertad y DDHH , mas sí “socialistas”, pero esto es otro cuento). De todas formas el camino inexorablemente va por la misma senda de las potencias capitalistas que los antecedieron en su lugar de dominio. En fin, digamos de una vez por todas que los DDHH (igual que la democracia) ya no existen por la simple razón que en nombre de ellos se han cometido las crueldades y los actos despóticos más horrendos de la historia humana después de la conquista de América. Lo que significaron ayer, hoy ya no significa nada, o peor, significa todo lo contrario. En nombre de ellos se han negado y acabado con derechos que poderes y regímenes que nunca hablaron de ellos, ni los pensaron, ni los reconocieron en épocas anteriores, ni siquiera se imaginaron o se veían a sí mismos con el “derecho” a semejante crueldad y despotismo. La idea se perdió en el camino de su absoluta negación pero ¿para renacer en qué?, preguntaría un fiel dialéctico.

Inteligentes fueron las Naciones Unidas apenas creadas después de la segunda guerra, cuando retomaron la vieja idea de los revolucionarios franceses y volvieron a crear nuevos principios universales de derechos humanos, esta vez concretándolos y extendiéndolos hacia el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el derecho del trabajador a una vida digna, los derechos políticos de los pueblos, el enfrentamiento al racismo, los derechos a la salud, la educación, vivienda, etc. Su apoteosis duró poco y apenas creados fueron más bien las guerras de liberación y no los “los principios de la carta de la ONU” las que sirvieron realmente para lograr algún nivel de autodeterminación y dignidad por parte de unos pocos pueblos. Mas concretos aún fueron y son aún hoy todos aquellos movimientos que en el curso de la revolución cultural de los sesenta hasta nuestros días han venido abriendo nuevas brechas de derecho, sustentándose ya no a los DDHH como idea abstracta y universal, sino en los derechos concretos de pueblos, comunidades, mayorías y minorías, que han venido reivindicando cualquier cantidad de derechos que de una manera aunque sea parcial en algo le han minado el camino al nuevo despotismo de la globalización capitalista y su macabra ideología. Resaltan en este camino los derechos a una sexualidad libre, los derechos de la mujer, los derechos de participación, a la comunicación, los derechos étnicos y culturales de los pueblos, los derechos a la tierra, los derechos de minorías ya sean los derechos de los niños, los homosexuales, los incapacitados, etc. Y últimamente el problema del derecho al hábitat, al ambiente, a la vida sana, en definitiva, el derecho indiscutible de la preservación de la vida.

Es en esta última etapa de la historia, si nos fijamos sobretodo en los movimientos originales que ha destapado todas estas luchas, donde vemos renacer un camino por donde, ya no los “DDHH” sino la lucha real por los derechos de los pueblos, nuevamente cobra sentido. Diríamos que en este caso mas que renacer nace una nueva idea hegemonizada no por una clase apegada a su idealismo universalista, sino a pueblos en concreto, quienes asumiendo de una manera u otra su condición política y liberadora, en este caso rompen barreras desde su propia visión de la historia, su propia cosmovisión del mundo, y por supuesto sus necesidades y deseos concretos. La democracia, la libertad y los mismos DDHH, si no desaparecen como discurso al menos se dicen desde otro lugar de clase, y se luchan desde otra condición humana cual es la condición de pueblos y no de propietarios o mandatarios. Esto ya es suficiente para que identifiquemos una confrontación esencial en el mundo de hoy a nivel del campo ideológico: los imperios, o “el imperio” y sus colonias o “neocolonias” –nosotros desgraciadamente- para soportar y justificar su acción apelan a la “libertad, la democracia, los DDHH”. Mientras que los proletarios del mundo, los que reproducimos la “prole” productiva, una vez que alzan cabeza y asumen su respectiva condición política, nos soportamos ideológicamente en la lucha por lo que consideramos son nuestros derechos mas allá de declaraciones y permisos intelectuales. En otras palabras, lo que “existe” hoy en día, lo que es verdaderamente funcional a lucha por la liberación de los pueblos, no es la lucha por los “Derechos Humanos”-esta ya murió-, son las innumerables luchas de los pueblos por la conquista de sus derechos. Podríamos ir más allá y decir que pueblo que no lucha por lo que ha definido como sus derechos sencillamente no existe. Siendo estos derechos tan infinitos e ilimitados como la diversidad de los pueblos mismos.

Para terminar, es obvio que por todos lados, casi en forma irreconocible o muy confusa en un primer momento, surgen iniciativas que en definitiva buscan recuperar todas estas luchas de los pueblos por sus derechos. El reformismo y muchos movimientos sociales por ingenuidad o estrategia han querido subsumir esto a la “forma estado”, guardando el orden pero introduciendo dentro de él, al interno de constituciones y leyes, reivindicaciones que nacen a partir de estas luchas. Con eso los “políticos” expían sus culpas y justifican su triste papel y los movimientos buscan al menos conservarse. Desde este punto de vista podemos decir que la lucha por los DDHH aún encuentra algún sentido, pero a un precio muy alto: todo esto hace que estas luchas se fragmenten y no encuentren puntos comunes y puentes de acción que les permitan enfrentarse al sistema despótico como tal, más allá de sus maldades particulares. También el propio imperialismo empieza a buscar las formas de “recuperar” esta infinidad de luchas a su marco ideológico. En la última etapa ha resaltado mucho el problema ecológico y el derecho a la vida, cediendo en otros campos atinentes a la sexualidad, los derechos de minorías, homosexuales, derechos básicos de la mujer. Como todo capitalista este no produce nada, busca simplemente capturar y acumular a su beneficio y propiedad lo que es en este caso la plusvalía política e ideológica de los pueblos. Muchas ONG´s juegan un excelente papel en este sentido. Pero, ¿y nosotros, desde el campo libertario y revolucionario, qué?. No digamos como es que los pueblos “han de luchar por sus derechos”. Esta manía directiva y muy burguesa también de estar dirigiendo pueblos “desde el pueblo” a estas alturas es al menos bastante ridícula. Simplemente reconozcamos y ayudemos a potenciar algunas cosas que en nuestra tierra, nosotros como pueblo particular, allí donde hemos sabido rebelarnos y defender nuestra rebelión, podemos aportar. Para sintetizar, parece que por acá a la bendita “libertad” nos gusta interpretarla muy concretamente como el derecho a la autodeterminación individual, colectiva, comunitaria, territorial, nacional, de los pueblos. En lo que respecta a la bendita “democracia” parece que todavía seduce bastante; brillantes o pendejos no sé pero todavía nos encanta poner un voto por alguien que a veces hasta nos parece repugnante; nada que hacer es “orden del comandante”. Pero en fin, mas allá de tonterías, a la democracia también la hemos “resignificado” como dicen algunos ilustres en la dinamización de un poder constituyente ejercido desde abajo y que se realiza en el autogobierno del pueblo; el autogobierno comunitario, fabril, territorial, comunicacional, y sigue la imaginación abriéndose. Y en cuanto a lo que nos atañe, los inexistentes DDHH, debemos confesar al menos dos cosas. Primero que es muy poco lo que se ha pensado y hecho al respecto. Segundo que ha sido el problema de la impunidad, el impune asesinato de centenares de dirigentes populares, lo que de manera aún confusa nos está llevando a tomar este punto y reflexionarlo mas fondo, pero por ahora nada tenemos sino nuestros propios muertos y la rabia con la cual los revivimos en nuestros corazones. Quizás tan solo y por ahora solo podamos deducir dos cosas también: primero que esto de la lucha “contra la impunidad” puede sonar muy justiciero y un derecho “constituido” al cual no vamos a renunciar, ni vamos a renunciar a exigir que se haga justicia, pero es sin duda una línea totalmente limitada ya que depende de la buena voluntad de un sistema policial y de justicia que por delicadeza solo digamos que es un enemigo “magistralmente probado”. La pregunta que parece que ahora se nos abre con mucha fuerza es la siguiente: si ha sido “el derecho a vivir” y el deseo con que se acabe de una vez por todas con los que han asesinado literalmente ese derecho, ese derecho inalienable a “vivir”, violado por las razones políticas y de confrontación de clases que conocemos, preguntémonos entonces, ¿cómo vamos a hacer para luchar y defender nosotros ese derecho y ese máximo deseo de “vivir” y en concreto de “vivir en lucha”? y por extensión obvia, ¿cómo hacemos para unificar, hacer puente en una plataforma integradora, las luchas concretas de nuestro pueblo por lo que él, en toda su diversidad, ha reconocido como “sus derechos”?. Ojalá estas preguntas ayuden a construir caminos.

Volvemos por todos los caminos.

Roland Denis

lunes, 26 de enero de 2009

LA ULTIMA FRONTERA

Howard Fast titula así un libro sobre el escape, persecución y martirio de la comunidad indígena que se fuga, de una de las famosas reservaciones en que los indígenas fueron confinados en los Estado Unidos. Lo leímos en la cárcel de ciudad Bolívar hace 51 años y mi compromiso político y profesional se inclinaba hacía ese sector social. Fui a trabajar con los indígenas PUME en el Alto Apure, como fundador-director del Centro de Coordinación Indigenista del Estado Apure, primera experiencia indigenista del gobierno. Allí había ocurrido una matanza de indígenas en el Alto Apure. Luego, iniciada la primera batalla contra el imperialismo yanky, y sus sirvientes, abrimos en esa región un Frente Guerrillero contra el gran latifundio llanero. Allí pude calibrar que la explotación y la resistencia que comenzó en 1492 seguían vigentes.

A partir de esas experiencias, podemos decir que los hechos punibles que hoy padecen en la Sierra de Perijá, la resistencia a la represión que se viene denunciando y la reivindicación de sus territorios, abre un nuevo capítulo de las luchas de los despojados pueblos indígenas, que no pueden satisfacerse con promesas burocráticas. No aceptan la demarcación del gobierno, solo retazos les querían dar…sin recorte alguno a los ganaderos usurpadores….Ciertamente, repunta el ultraje represivo frente a la perseverancia de los indígenas en recuperar sus tierras en varias zonas del país. Y ese es el caso de los pueblos de la Sierra de Perijá y la Guajira. Diversos intereses coliden con las comunidades despojadas de sus tierras por los ganaderos, que generalizaron los enfrentamientos. La Ley de Demarcación de Territorios, rechazada por los indígenas, legitima la usurpación de los ganaderos.

La resistencia militante de los indígenas viene de antes de la era chavista y fue cobrando fuerza. El pueblo PEMON tomó la ofensiva y se

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movilizó en las calles de Caracas y derribó torres y así detuvo los efectos depredadores del proyecto de electrificación por Venezuela del norte de Brasil. Se conmovieron los pueblos de la Gran Sabana y Chávez asume la consigna de NO AL TENDIDO ELECTRICO, para pedir votos.

Y la consigna CONTRA EL CARBON, también la suscribió como bandera electoral y de inmediato ratificó las concesiones y abrió en la zona una fábrica de explosivos para extraer el carbón.

Ahora Brasil tiene abundante electricidad y carbón y promueven su acceso al "flanco caribe" que postularon los militares brasileños en sus tesis geopolíticas expansionistas. Y pronto tendrán vía terrestre al "flanco pacífico", con flamante carretera transamazónica y dos perforaciones en el espinazo de la cordillera de Los Andes (dos monumentales túneles).

Y el Presidente Chávez concluyó el tendido eléctrico e invitó a su inauguración a su colega presidente de Brasil y a Fidel Castro.

Lo que hoy ocurre en la Sierra de Perijá es muy grave y ha creado alarma en toda la población indígena del país y más allá…El más anciano de los Yucpas de una comunidad fue asesinado. Ya recientemente había ocurrido un incidente grave con la fuerza armada que custodia las haciendas, los sicarios actuaron en forma amenazante para impedir la solidaridad que fueron a prestar grupos de jóvenes. No obstante los indígenas están resteados en el esfuerzo de recuperar sus tierras. Reivindican el derecho a ser ellos, los propios indígenas, quienes demarquen las tierras que le pertenecen, no obstante que estén cercadas por los ganaderos y con custodia armada de sicarios por ellos contratados. La demarcación por los funcionarios del gobierno es rechazada por los indígenas, no confían en su imparcialidad…

El gobierno ha emplazado en la zona de conflicto fuerzas militares; guardias nacionales y ejército: la llamada Operación Sierra de Perijá. Abunda la

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información de prensa sobre lo tenso de la situación que allí reina, que tiende a agravarse…Las amenazas y la represión se viene desplegando, según denuncias de indígenas y visitantes solidarios; los medios del gobierno se han hecho eco de la delicada situación que prevalece en la sierra…

Los indígenas llegaron a su última frontera, no tienen retirada, vienen retrocediendo de las costas del Lago y han dicho BASTA! Los territorios invadidos por los ganaderos pertenecen a los indígenas ¡y estos han jurado luchar hasta recuperarlos! Impulsemos un gran movimiento de apoyo y solidaridad para que logren su victoria!

Invoquemos todos la unión de nuestro Bravo Pueblo. Levantemos la alianza cívico-militar-religiosa de los revolucionarios y patriotas de todas las tendencias de dentro y de fuera del gobierno, para apoyar y sostener sus derechos inalienables, para volver a disfrutar las tierras de nuestros padres ancestrales, que poseyeron antes de la invasión de 1492 y de los cuales han sido despojados por los ganaderos. Levantemos todos su justa lucha hasta la victoria. Invoquemos también la solidaridad de indígenas de todo el continente.

Sin justicia no puede haber revolución. Levantemos de nuevo la consigna de ¡LUCHAR HASTA VENCER!

Francisco Prada Barazarte

Trujillo, agosto 2008

franciscoprada71@ cantv.net

Los militantes

06/08/07

Figura curiosa y muy presente en nuestro mundo la de un “militante revolucionario”. Ahora, alguien se ha preguntado ¿por qué hay “militantes revolucionarios”?, ¿cómo se forjó esta raza de gentes?, ¿de dónde salen estas personas que parecen religiosos que cambiaron la sotana por un blue geen y el silencio místico por el grito del manifestante?. Para algunos es un ser raro, para otros lo más común. Para unos un estúpido, una lacra a evitar, para otros un ídolo y un ejemplo. Para el que lo es, pues es su vida y nada más, algunos pretenden medallas, otros viven su militancia con mucha mayor paz sin otra búsqueda que la de su propia realización humana. Lo que sí es muy seguro es que son o somos muy pocos los que nos preguntamos ¿Dé dónde salió y para dónde va este ser tan particular?

Pero empecemos por poner las cosas en orden. Los o las militantes son seres atados a una cotidianidad muy especial. Siempre una reunión aquí y allá, un día en la mañana, otro día en la tarde, muy comúnmente en la noche. Pendiente que se tiene un contacto importante a hacer con alguien, una movilización en perspectiva, temprano recibe una llamada por teléfono y es convocado a una asamblea. Al rato recuerda un libro o al menos un documento por leer, otro por escribir, o una pancarta, o un mural, o un reparto de periódico, cuando menos unos volantes, por hacer. Otro telefonazo una noticia buena, otra común y otra mala. Hay por lo general un viaje por hacer o se viaja comunicándose por los correos y páginas de Internet. Ve la agenda y se recuerda de la reunión urgente para planificar otro foro, otra asamblea, otra movilización, otro taller, una reunión nacional, otra local…y siempre o casi siempre se atravesará la vida necesaria del trabajo, las responsabilidades de familia. O no, muchas veces pelando y desempleado, abandonado sin mujer u hombre, sin familia que lo o la quiera. Sucumbiendo fácilmente a un café o al laxo mundo de los alcoholes para hablar de política, establecer las diferencias y la crítica a cercanos y lejanos, amigos y enemigos, hacer diagnósticos relajados y prever nuevas estrategias y alianzas. Si es clandestino todo esto discurrirá entre el silencio y el escondite, si hay la suerte o la decisión de no tener que serlo pues será muy evidente. Descubriéndose, enmascarándose, expresivo o invisible, en la tierra propia o forzado a estar lejos de ella, casi siempre habrá un deseo y un amor atravesado…y vuelve la mañana, aunque no siempre, porque pasa también que el juego de la vida y la muerte ya no le dio más mañana.

Con todos sus matices, así transcurre la vida del militante en la Venezuela y el planeta que conocemos. A veces sometido a la marginalidad de no ser más que una ultraminoría dentro del zoológico social y el circo de las ideas políticas dominantes, a veces en el climax del reconocimiento y el poder en cualquier forma. Su aventura es como salir del primer escenario y entrar al otro, realizando los ideales nunca traicionándolos. Puede ser entonces una militancia con las puertas abiertas, o una militancia que no ve luz entre puertas y ventanas, marginado, seguido o perseguido. Pero pasa muchas veces que la militancia se tuerce, desesperada y desesperanzada porque el mundo no cambia, las solidaridades no funcionan, se ritualizan las rebeldías, los cambios toman las formas de un nuevo monstruo institucionalizado, se desmoronan sueños; en medio de estos ciclos tan comunes al mundo se probará cada quien hasta donde llega y hasta donde no. Si de verdad se tuerce las alternativas de la moderación política o el abandono de los que serán acusados como viejos y absurdos sueños, será la manera de mitigar la vergüenza. Acotemos también que por todo militante también sonará el zumbido permanente del mal, las ansias de poder y riqueza que no respetan principios, convertir la fuerza humana que le rodea en un escalón de poder personal, privilegios y sometimientos, demagogia, narcisismo y mentira. Nueva prueba, una y otra vez para este curioso ser; ángeles y diablos libran su combate dentro de él; a cada quien le tocará elegir su camino.

El militante vive y es un inmenso monumento ético encarnado, forjado en su compromiso de lucha por el bien común y la liberación de la vida ante toda forma de sometimiento. Uno y otro militante, decidirá en algún momento dedicar toda, parte o gran parte de su vida a ese combate donde ya no caben intereses, el único interés es el interés de la humanidad entera, así su partida no sea más que un grito de rebeldía contra los tantos sometimientos que lo rodean en su mundo particular, su vida, su patria. Por ello mismo será un ser acompañado permanentemente por una marea de palabras, teorías y opiniones derivadas de una cantidad de otras bocas y cabezas, y serán estas palabras lo que le den el toque decisivo del rumbo a tomar, la decisión a defender, la voluntad colectiva en la cual participar. Discursos que por lo general se recogen de afuera, de un entorno, una situación, una organización, un guía, un líder, para luego convertirse en agenda de acción. Sólo si es muy afortunado se tendrá la dicha de moldear estas palabras decisivas con criterios finales forjados dentro del alma ya socializada que creció dentro de él o de ella.

Pero, ¿será posible que esta raza humana nacida de la política y el deseo indestructible de manejar nuestro destino, termine por desaparecer? La militancia o el militante revolucionario nació en los rincones de los campos y las fábricas por allá en el siglo XIX, pero llegó a consolidarse como un ser más de este mundo una vez que se formaron esas raras invenciones llamadas partidos obreros, sindicatos de lucha, movimientos sociales, independentistas, socialistas, comunistas o libertarios a lo largo del siglo XX. Fue desde esas organizaciones que todo lo querían cambiar combatidas por los capitalistas y políticos que todo lo querían conservar, donde consolidó su presencia y se multiplicó por el mundo. Nació con las revoluciones democráticas y proletarias, junto al advenimiento de la política como asunto fundamental a la vida social. Pero serán quizás las antiguas milicias y guerrillas populares tantas veces formadas contra tanta forma de esclavitud que ha habido en la historia, el antecedente inmediato de esta raza. De allí que la palabra “militante” tendrá siempre su raíz asociada al nombre del “miliciano” y su lenguaje como su acción estarán estructurados en códigos guerreros; la guerra a muerte contra la opresión y el opresor. Agreguemos que para hacer posible su nacimiento, al menos en el mundo occidental, hará falta el decaimiento de la mística religiosa, de la vida atada al ritual religioso y la esperanza de un cielo bendito y placentero vendido por esta; a su vez reemplazado por una nueva mística guiada por la esperanza de lograr la felicidad colectiva en este mismo mundo. Una nueva ética –o una nueva religión como dirá Mariátegui- conducida por la pasión a lo inmortal del ser humano que es su posibilidad de libertad y su capacidad de creación, nació y se encarnó en el siglo pasado en la figura del militante.

Sin embargo, la militancia también tiene su historia. No es lo mismo un militante obrero de principios del siglo XX, un militante de cualquier partido comunista veinte años después, un militante de las luchas de liberación contra el colonialismo en Africa y Asia, un militante de los movimientos juveniles de la rebelión de los sesenta, un militante de los ejércitos guerrilleros de la América de los sesenta, los setenta, los ochenta, de la Colombia de hoy, o un militante del movimiento antiglobal de hoy, de los movimiento sociales nuestramericanos, de la resistencia Irakí, de la resistencia en Chiapas o en Oaxaca o de la Venezuela bolivariana. No es tampoco lo mismo un militante que cargue en su memoria y piel todo un acumulado de años y hasta décadas de militancia, trayendo consigo toda la metamorfosis del “modo de ser militante” donde tanto han cambiado las formas de lucha, las formas de organización, los lenguajes y las verdades que se defienden, a un joven que hoy apenas comienza a sentir por dentro como se le van metiendo ese fuego ¿maldito y/o bendito? del ser militante asumiendo los primeros y respectivos compromisos. Los partidos, su razón de ser, sus formatos orgánicos, sus teorías, sus prácticas, decaen rodeados de incredulidad. Ya nadie quiere sentirse “representado” por otro, eso ya no funciona, se sabe que es una terrible trampa burguesa que le costó el fracaso a un siglo entero de revoluciones. A la par, surgen uno tras otro movimientos queriendo reemplazar en la forma de grandes conjuntos abiertos y horizontales, el viejo caparazón de los partidos de cualquier signo y época…vivirá o podrá reproducirse si no cae en la trampa de creerse representativo de nada sino de su propia voluntad, su lucha, su creación. Su lucha ya no es por el poder constituido es por la liberación de esos viejos poderes que conocemos, es una verdadera lucha política frente a los poderes dominados enteramente por el capital y la economía. Por tanto, ya no se cree en el estado, ni en la burocracia aunque se necesite y en el fondo a muchos les siga gustando. Los libros que antes daban la verdad última de toda revolución y todo acto militante, también envejecen impotentes ante un mundo que se conserva más allá de las verdades inapelables expuestas por ellos. Esa vieja militancia bíblica y librezca, o al menos panfletaria y programática, ahora es reemplazada por la lucha de cada quien por lo suyo, obligada por ello mismo a moverse en un gran dilema ¿para qué y por quién lucho?, ¿por mí, por mi clase, por mi patria, por la humanidad entera?

Ese es el dilema de una militancia que, finalizando el siglo anterior y comenzado este siglo, se ha transformado en una profunda crisis de la propia condición militante. La metamorfosis de los tiempos obligan al militante a rendirse; las voces del ocaso le dicen ya no hay nada que hacer, los fuertes han vencido, cuando mucho redúcete a ti mismo y a tus propios y quizás nobles intereses, lo otro es una locura inútil. Dilema perfectamente entendido por burgueses y burócratas que muy temprano se percataron que en medio de ese dilema hay “una militancia comprable” y hasta “mercantilizable”. Es decir, se puede comprar a un militante sin obligarlo en apariencia a que abandone su juramento ético y de vida, su cotidianidad “militante”. Se le compra por medio de prebendas, de subsidios, de becas; todo un universo de contratos que gira alrededor de los mercados financieros de las ONG’s, redes religiosas, Banco Mundial, Interamericano, instituciones sociales, etc., para que desahogue sus ansias de justicia. Eso sí “te quedas en lo tuyo, en tu tristeza por los pobres, los hambrientos, los enfermos, los explotados, los torturados, si eres o has sido parte de ellos, mucho mejor; mucho mejor que seas negro, indígena, multicultural, esto me encanta porque además me legitima”. Lo único inaceptable es que se diga NO, que se reafirme que “lucharé todo lo que sea por aquello que me duele a mí y a los míos, por cualquier causa de justicia con la cual me identifique, pero nada hago si esa lucha no la trasformo en una lucha por toda la humanidad, en una lucha contra todo lo que nos explota y domina, en una lucha por la igualdad de todos los seres humanos, en una lucha de todos y por todos los parias de la tierra”. Ese militante ya no es comprable, ese es un terrorista.

En Venezuela ese mismo dilema se reproduce por igual pero de manera muy especial. La diferencia es que aquí “los y las militantes” han tomado fuerza, su lucha ha sido exitosa, han ganado espacio y poder, pero eso no quiere decir que se haya triunfado. Muy lejos de ello, aún le queda un largo espacio a este mercado financiero de la mercadería militante para neutralizar las energías del que busca emanciparse y que ellas mismas jueguen a favor de su enemigo. Y hay algo que favorece todavía más al mercader. Aquí no hace falta acudir a los mercados internacionales, el propio mercado nacional manejado por la burocracia, utilizando los abundantes billetes del estado, podrá jugar ese papel. El único problema de este mercado es que no puede equivocarse, tiene que ser muy sutil, su lenguaje tiene que confundirse con el de los parias militantes, tiene que hablar en sus mismos códigos, en muchos casos hasta tiene que mimetizarse con sus luchas y su voluntad de poder. Es una burocracia en perfecto conocimiento que su poder depende exclusivamente del apoyo de esa extensa militancia que ha producido la revolución bolivariana. Y mientras no llegue a un acuerdo firme con los imperialistas del norte y los burgueses nacionales, no tendrá salida. Le toca ser entonces una especie de “Banco Mundial de izquierda” a escala nacional y sumamente benévolo. Y reconocemos que en este aspecto no lo ha hecho mal. Mucho más cuando es conciente de su fragilidad dentro de la situación histórica que vivimos y le da espacio de poder a esa misma militancia poniéndola junto a sí misma. Aunque últimamente se nota que esto es lo que más le cuesta, una y otra vez vemos como salen expulsados, acusados y humillados los mejores camaradas de los cenáculos dirigentes. Cuando mucho y a unos pocos, ahora los prefieren de “asesores”. Error estúpido que cometen. En todo caso, las consecuencias están claras, ha nacido en Venezuela una militancia de foros, marchas, declaraciones y espectáculos, reducida a sentirse parte de una revolución donde nada de importante decide, obligada a callar (“tácticamente”, dicen) las verdades más duras y que no gustan a los poderes decisivos. Verdades que a veces dicen “señor esto es un engaño”! … ¿Cómo?... ¿Qué ha dicho usted?!...silencio…El PSUV desgraciadamente será un monumental lugar de control y reajuntamiento permanente de dicha militancia oscurecida, neutralizando a su vez otro conjunto mayor, mucho mayor, mucho más ingenuo y sin lugar entre los pasillos palaciegos.

Pero bueno, sea lo que sea, aquí o en cualquier parte del planeta, la militancia al desmoronarse sueños gigantescos, al sentirse traicionada por pensadores, dirigentes y organizaciones que juraron abnegación a las luchas de los pueblos, al ver como crece sin detenimiento el monstruo imperial y neoliberal, vive un dilema durísimo pero a la vez fabuloso. Si esta raza no quiere morir, se niega a no dejar morir la pasión libertaria que la mueve, siente que quizás hoy mas que nunca tiene todo sentido conservar y reproducir la naturaleza tan ética como política, tan mística como científica, tan pacífica como guerrera, de la que se nutre esta raza, entonces tendrá que aprender a renacer. Pero cuidado, conciente que ahora sí le toca decidir por sí misma y hacerse a sí misma, ya no hay nadie que la guíe y la represente. A todo riesgo, le toca tomar sus decisiones y generar los procesos y sucesos que nos den la prueba de posibilidad de la derrota del opresor. Le toca hacerse de su propia ciencia para fortalecer principios, construir caminos y pegar duro. La política se ha convertido en una ciencia militante, es decir, en una ciencia del pueblo y exclusivamente de él. El resto de los poderes constituidos ya no hacen política, simplemente administran los flujos humanos y de capital. También toca “liberar la política” de toda la basura que quedó de los sueños derrotados y abrirla hacia esferas de la vida nunca pensadas. Si todo se ha hecho capital, si a todo convierten en mercancía, pues la pelea habrá que darla en todos lados, en todos los espacios, oficios y haceres del hombre. Maravilloso momento entonces para que esta raza se recomponga y renazca desde hechos insólitos, tan divinos y creadores como la bandera libertaria que esta en toda su historia, por la que tantos dieron su vida y tantos pueblos gozaron al menos un momento de profunda felicidad.

jansamcar@yahoo.com